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Mostrando las entradas de julio, 2020

La ciudad es mía

¿Qué es reconocerse en una ciudad? ¿Caminarla hasta el hartasgo? ¿Desear con ferocidad la aniquilación de adoquinados malos? ¿Juntarse con el uno de hoy, de ayer, de mañana en cada esquina? Las preguntas sirven como guía, pero probablemente exista un tipo de mapa, en donde te puedas mirar a los ojos en cada vidriera, así, a lo árabe, porque barbijos.    La ciudad es tuya sin que vos seas de ella, sin que ella te doblegue. La ciudad te anda a vos, te pisotea, así como te abraza. Encontrar los balconcitos que respiran aire, árbol alto o árbol ausente. El lugar equisdistante donde te encuentres es donde te reconoces, aunque estés inconsciente de ello.

Últimamente

Últimamente me ando gustanto tanto que no rechazo la perplejidad de mis contradicciones. Ahora ando el camino, como quien no sabe muy bien hacia donde va pero que de todas formas pisa fuerte. Las palabras aparecen y liberan ataduras que parecían permanecer durante años pasados de forma infinita. Últimamente disfruto de verme a los ojos sin esquivarme, como hago con  la mayoría de los que están ahí afuera, observándome. Últimamente, tengo algunos líos que se me desintegran en la yema de los dedos cuando los expulso en letra, en color, en luz. Me animo y cruzo el bulevar, que siempre nombro en los escritos cual Bauldelaire. Me asomo a la vidriera, esos ojos de los pobres, que en este momento no son clases sociales, son clases interritoriales. Me inundo, me interno, en eso, que deja de mí una estela, un vestigio, lo que sea. El sueño se convierte en realidad, y no puedo abrir los ojos, como una parálisis del sueño, me sigo mirando, a mí misma desde arriba, y me sigo gustando a pesar d...