Nuestros Artes

Estoy descubriendo cosas de mí, que antes simplemente trataba de taparlas. Como por ejemplo la música. Siempre tuve la sensación, el anhelo de ser parte de eso, muy ocultamente siempre soñé con eso, por ejemplo cuando miraba Hannah Montana (un ejemplo X: bastante sonso), y quería ser como ella, cantar, tocar la guitarra, transmitir desde ese ángulo, algo mágico, algo que trasciende.  O como cuando me dejo perder por el sonido de un instrumento, o me mimetizo con una armonía. Como cuando vi un piano de cola en el instituto y se me iluminaron los ojitos, pero me rehusé a tocarlo, me rehusé al asombro, a la admiración que me dio. Tal vez muchas personas también lo sintieron y lo mantuvieron abajo, como bien hago yo. Pero la pregunta es ¿quiero la música como parte de mi vida? ¿O solo de a ratos?
Es tan extenso esto, siento que las puertas se me están abriendo de par en par, y ya no sé cuál es la salida más priorizada para mí. ¿A qué me refiero? Hay tantas preguntas que nunca me hice, y ahora caen como lluvia de verano.  ¿Acaso no hay algo de anhelo en mi frase “ustedes son los músicos” de ser yo parte del “ustedes”? Hay algo en mí que suena, con compás, con ritmo, tan sólo lo ignoro, porque temo ser parte de algo tan Grande como lo es la música.  Me interesa conocer sobre todos los temas, realmente, pero la música, el arte, son las cosas que me apasionan. Entonces, ¿qué es lo que prefiero? A veces quisiera no tener que preferir nada y hacerlo todo, tal vez eso haga. Creo, en mi interior, que puedo ser capaz de hacer Muchas cosas.
Pero, cuál sería por la que me inclino, es mi pregunta.  La mayoría de las veces tan sólo hay que comparar, empecemos.
La literatura…para mí la literatura es algo que traspasa de alma en alma, es tocar los corazones de las personas  incluso compartiendo un punto de vista, que puede coincidir con millones de corazones. Para mí la literatura es mi remedio, mi sanación, mi entendimiento. Me siento entendida por las palabras, me siento inspirada por ellas, por su efecto, por su razón, por su alma. Y todo eso, porque simplemente me conecta con lo que es parte del mundo: la gente, sus sentimientos, sus miedos, sus agobios, sus debilidades, su Amor, su infinito ciclo de vida, su esencia, sus vivencias, sus expectativas, todo ello…me lleva a completarlo, para que sea parte de mi ser.  Desde pequeña, las demás personas eran conscientes de que tenía un “don” para ello, hasta me lo dijeron. Siempre lo tuve en cuenta, siempre fue mi fortaleza. Escribir me hacía sentir mejor, ordenaba mis ideas, contaba mis problemas, inventaba historias hermosas o incluso oscuras. Leer me transportaba a otros lugares, me hacía imaginar olores, paisajes, personas, sentimientos, dolores. Brinda rienda suelta a mi imaginación, le da un toque especial para codificar las palabras y hacerlas llegar a mi corazón, que ya entendido por ellas, se siente mejor. Es eso, me completa, me ordena, me tranquiliza, me da conocimientos (que acumulo e intento transmitir a mis seres queridos), me conecta con otras personas, me lleva a reflexiones, me hace sentir humana, me hace sentir la vida.
Después de eso es complicado competir, así que música ponete las pilas.
La música, para mí es un idioma en otra dimensión del alma. Es manera de comunicarnos, de desahogarnos, de descontracturarnos, de enfocarnos, de concentrarnos, de dar al 100% de nosotros en ella. La música es para mí, una mujer exigente, pero de las más bellas, con rasgos perfectos, tallados para el mero goce del hombre (o mujer, o ser), pero también usada como puente para tantas cosas. La música en mí, me deja consuelo, me deja compañía simbólica, me da protección, me da contención, me da desahogo, me brinda cierto apoyo que ninguna otra cosa puede darme. Canto cuando estoy feliz, canto cuando estoy triste, y eso ya es parte de mí, porque me hace bien sacar esos sonidos de mí, como si fuese una especie de emoción atorada.  Y la música en sí, la escucho, la analizo, la toco, la hago, la entiendo, me llega, me transforma, me adomestica, me calma, me llama en todas sus formas. Hace poco leí un libro en el que el autor se describía, y decía que podía prescindir de la música, el teatro, el cine, la arquitectura, la danza, pero no de la literatura y la fotografía. Entonces pensé, ¿yo sería capaz de prescindir de la música? No podría, ella es parte de mi día a día, me acompaña y me guía en mis pensamientos, en mis revuelos, en mis dudas. Es una conexión algo inexplicable, pero la siento, como si literalmente fuese algo sacado desde mi alma, es tan fuerte, es tan única, es tan inexplicable, que incluso las palabras que tanto uso, no pueden transportarla a un sentimiento determinado.  Es algo tan grande, algo que une, algo que denuncia, algo que trasciende. La música como las palabras es capaz de conectar el mundo, las almas, las virtudes y los defectos. Con música, existo.
Ya que estamos hablemos de la fotografía. Mi gran pasión. Pero me pregunto ¿hasta qué punto tengo pasión por ella? Aún lo estoy averiguando. Sondemos en ella ahora, es su merecido turno. Para mí la fotografía es el arte de congelar un momento para volverlo eterno. Soy amiga del tiempo, regida por Saturno, tal vez tenga que ver todo este asunto de amar al tiempo, la velocidad o la lentitud con que las cosas suceden. Guardar un gesto, un momento, una impresión, algo abstracto, una escena, la realidad misma, para siempre. Me parece de las cosas más poderosas y más contundentes. “Una imagen dice más que mil palabras”, y es ahí cuando la fotografía tira para atrás a la literatura (bueno…en mi alma es así), porque conecta con las personas mediante otra ruta, incluso más profunda, más subjetiva. La misma foto puede significar diferentes cosas para distintas personas, puede llegarles de distintas maneras. Una mirada diferente a lo cotidiano puede encontrar cierta magia en lo que es monótono. Es arte, es encontrar detalles especiales, es una luz única e irrepetible. La luz, eso es la fotografía. Una frase que jamás me voy a olvidar sacada de la película “La sal de la tierra”: “un fotógrafo es alguien quien dibuja con luz”. En eso se basa la fotografía,  las luces y las sombras construyen una escena. La fotografía es otro lenguaje (así como lo es la música), es muy importante, aunque tomada a la ligera (como cualquier otro arte) puede llegar a ser algo ordinario. Personalmente digo que es algo extraordinario. El paso del tiempo no pelea con ella, le hace encontrar con más valor. La fotografía para mí, no lo es “todo”, es gran parte del “todo”.
El arte…es un puente al alma…



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