Es tiempo de que desaparezcan las líneas. Aquellas que me unen a lo inevitablemente aturdidor. Ya no existen las fechas ni los textos ni mi mirada. Porque todo se esfuma. Como las burbujas se rompen en el aire, se deja de ser. Se extinguen los brazos ,con ellos la simplicidad del calor. La luz, el sonido. La vida. Deja de existir. Se rompen las barreras. Parecemos sumidos en un ensueño, y se desprenden de los cuerpos las luminiscencias ellas. Se revocan las mentiras, las cartas estúpidas que leímos, los libros infundados que supimos consumir. Todo es nada. La calle detiene el ruido. No hay nada que nos haga sentir in corpo.
Se desvanecen las iglesias, los negocios, las escuelas. Un apocalipsis que se percibe y no se deja inundar aún.
Se vuelca la marea en el vaso que alguna vez tocamos. Mareamos las cabezas de los pequeños muñecos. Somos.
El verbo se desmaterializa, de desanima. No está ni es para nadie.
Ya no alcanza el saber, ni la memoria. Ya no importa absolutamente nada. El rechinar del movimiento incesante se deja fluir en la cascada de incertidumbres.
Dejamos de serlo, para aceptar que no lo fuimos. ~
Collage: Eduardo Martínez
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