Quién iba a creer que hoy estarías tan lejos de casa. Quién diría que hoy, a metros ya no me reconocería, siendo la misma.
Porque los dolores del ayer, se esfumaron , las heridas más antiguas se desnudaron y me dejaron aceptarlas. Siendo locura para los días en que no me hallaba. Una revolución, dónde no había armas. 
El alma se entrega a aquello verdadero. No hay ilusión que sea mentirosa. Se transforma, porque vuela, en tiempos de no primavera. Y está bien, porque ya no somos uno solo. Porque somos todo. Nos entretejemos entre piernas retiradas. La seda nos abriga sin tocarnos. Es una sensación de arrobamiento que nos envuelve. Sí, que no sea yo, seamos nosotros. Porque no es mi intención perder la dirección. 
El tren que me lleva al lugar que deseo , está por pasar. No carga con paquetes ajenos a lo que somos hoy. Porque ayer me suelta, un poco, te suelta.
El desierto se hace uno en nosotros. Inmersos en una carreta que era todo un Cosmos en nuestras venas. El interior era acobijador. Me reconciliaba con ella, conmigo, con lo que era. 
Dibujo : Erika Dal Maso
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