Tejo y entretejo, porque los sueños golpean. Se escucha el resonar de ecos jamás abiertos. No fecundados. Hay lugar, demasiado. Está todo un poco aislado. Se desprenden de las paredes pedazos de polvos materializados. Se discriminan entre ellos, se desarman. Se apartan. Se forman una bola, de nuevo, no pueden dejar de resbalar la luz de algún astro. El cuerpo se vuelve soso, aprensado porque no hay vuelcos que haya dado. El metal tan solo hace un soplido para caer de nuevo, para reventarse en deshilachadas rupturas.
Se achica, se vislumbra algo en el fondo. El lente no es lo suficientemente bueno, no existen formas, nadie entiende ese significado en el signo. Pelusas, algo acartonado que no permite fluir. Hojas caídas por doquier nos vomitan en la cara.
Cartas con letras de horrible caligrafía y ortografía prefieren morir incineradas. No hay retorno. No hay una circunvalación que nos lleve a la estación sur. No hay donde parar. Todo ya está ahí, acumulado , denigrado.
Transmutan y transitan caminos anegados. El barro anchoso se refriega en sus manos, aquellas que usan caña y pluma. Sus marcas desfallecen. Desintegran cualquier búsqueda. La sangre, hecha goce, deshecha en la cama, en las sábanas, en el baño. Vacío. Gotas pequeñas que anulan la prolijidad.
Desaparece, decide ya no retomar el sentir. Creación invalidada, nuevamente tachada. Capricho de la biología. Resolución de la (no) vida ahí adentro.
Revolución, porque se decide partir,para no volver. Una carga ancestral que no deja escaparnos. ¿Nos amamos?
El lado izquierdo desvanece, se cae, deja caerse para emborracharse ya no sentir.
Un sentir, o varios,puede ser. Bochornosos y desnutridos de cualquier tipo de energía. Estanca. Algo no pasa. Nada pasa.
Revolemos, resolvamos esto de antaño.
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