Saltar el paso no sirve en este juego:
Es que total, ya no hay
nada que entender. Por más que uno busque y busque las vueltas, las maneras, la
luz, lo que sea, no hay forma. A veces simplemente es dejar, dejar ir, confiar
en todo lo que pedís al Universo, y saberse que lo que es para uno realmente,
va a venir y ya, lo que no, se va. No hay tiempo que perder en realidad. Porque
la vida se nos va. Y uno sigue y sigue pensando en lo mismo, ya sin poder dar
una decimocuarta vuelta a las cosas.
¿Hasta cuándo uno puede
seguir rumiando en lo mismo? ¿Hasta cuando dedicamos nuestras moléculas a cosas
que no nos pertenecen a cosas que son de otros o a cosas que escapan de nuestro
control? Es hasta golpearnos tanto la cabeza, hasta que se nos rompa, a veces
es la única forma, ya que de otra manera, parece no se aprende, hasta llegar a
los extremos, rompernos en mil pedazos y volver a empezar. Y no, no queda más que esto, que seguir
adelante, porque por más que se quiera tener un mapa controlado de los acontecimientos
eso no existe, porque nos implica a nosotros profundamente, implica a otros con
todo lo que eso significa, con sus sombras, sus luces, sus desvaríos o sus
claridades. Es lo que hay. It is what it is. Y ya. No hay con qué darle a la
realidad. Aceptarla para atravesarla. Como uno de mis tatuajes que significa
enfrentarla, ahora más que enfrentarla sería aceptarla porque no queda más que
eso.
Los procesos llevan
tiempo. Uno no olvida de la noche a la mañana. Uno no deja de sangrar de un día
para el otro. Uno no puede pretender saltearse los pasos orgánicos que la vida
nos regala para una vez más volver a nacer, para una vez más salir a la vida,
sin sentir que estamos peleando todo el tiempo contra ella. La lluvia pasa y
después se calma, se baja, no hay manera de errarle en eso. Desde el principio
de los tiempos eso ha sido así. Como aquella señal que pedí y apareció en las
sendas peatonales,”Everything will pass”(todo pasará).
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