La identidad en la diversidad
La diversidad que podemos reconocer a
nuestro alrededor es también la que tenemos que aceptar como parte de un todo
que es siempre diferente, único y particular. Muchas veces, inmersos en el
sistema en el que vivimos lo “diferente” asusta, porque eso implica que
paradigmas ya establecidos tengan que romperse, pero eso es lo rico de vivir en
una sociedad, comprendernos todos diferentes y a la vez igualados por los derechos y obligaciones.
La diversidad ¿nos hace quiénes somos?
Cuando mencionamos este término podemos aplicarlo a múltiples ámbitos. Como se
menciona en el texto “Educando en sexualidades, derechos y diversidad”
(2019) la sexualidad es uno de ellos y
es donde podemos observar que hay muchas resistencias a la aceptación de la
diversidad de la misma. Se entiende desde lo biológico y desde lo cultural,
detrás de ese reduccionismo hay un mundo más amplio, no se limita a lo
dicotómico. Los humanos somos tan variados, tan diferentes unos de otros, que
por más que existan categorías que nos ayuden a comprender nuestra realidad,
también nos enjaulan, y no nos permiten abordar y abrazar lo singular desde un
lugar de aceptación. La transformación de lo ya encasillado brinda mayores
oportunidades.
Los roles de género que nos son impuestos-
son una construcción social- ya no corresponden a una única idea de lo femenino
y lo masculino sino que podemos hoy día comprender que no hay una totalidad que
sea de una u otra manera, también existe lo andrógino y hay que darle el lugar.
Celeste Mac Dougall (2019) dice “Los
mitos griegos alojan a la mujer en un lugar pasivo y/o responsable de los males
de la humanidad como Pandora o Penélope…El pensamiento filosófico por su parte
sitúa a la mujer como ser imperfecto, como varón incompleto.” También es
interesante comprender que hay diferentes formas de ser mujer. La pregunta
sería ¿qué es lo que define a una mujer o a un hombre?
Podemos derribar la idea de que el
patriarcado es el único sistema al que podemos responder, teniendo en cuenta
que éste es un sistema histórico que ha puesto a la mujer en un lugar de
sumisión y de objeto para el dominio masculino. Romper con esto implica también
dejar de lado los paradigmas que vinculan al rol de género como algo tan
cerrado.
La mujer entra en un mundo nuevo, ya que
se permite ser, luego de tantos años de represión, de la manera que quisiera,
esto pensado desde un lugar utópico.
Dejar atrás los roles de género, el patriarcado y liberar la sexualidad
femenina- que es la más pisoteada- afirma una revolución para la mujer,
revolución que no es fácil de llevar a
cabo. Implicó muchísimos años de luchas feministas para que estos temas
hoy día al menos los podamos enunciar. “El
feminismo es como un motor que va transformando las relaciones entre los
hombres y las mujeres y su impacto se deja sentir en todas las áreas del
conocimiento” Nuria Varela (2008). Como bien menciona la cita, el feminismo
tuvo mucha influencia en las diferentes parcelas de la cultura, tanto que nos
permitió imaginarnos de otra manera.
Retomando el término diversidad, éste
también se puede ver reflejado en el lenguaje, entendiendo que aún no tiene
todos los términos necesarios, por lo menos en el caso del español. Si queremos
una sociedad no sexista tendríamos que empezar por el lenguaje como menciona
Elena Pérez ¿por qué? porque es con el lenguaje con el que nos relacionamos con
el mundo, con lo que construimos nuestra realidad. El lenguaje vincula a la
cultura con el hablante, lo hace partícipe de una serie de códigos y
significaciones que trascienden, siempre una barrera más allá de lo propiamente
dicho e influye en las ideas. Por esto el lenguaje inclusivo habilita a la
búsqueda de la diversidad dentro de la palabra, para que abarque a cada uno en
sus diferencias y particularidades. Incluirlo es dejar atrás la discriminación,
hacerlos partes desde su unicidad. La discriminación suele aparecer cuando se presentan
las diferencias, como mencioné en párrafos anteriores, pero esto no tiene
ningún sentido, ya que se debería entender a cada persona, sin tratar diferente
a nadie ni por su orientación sexual, por su piel, por su aspecto, por su
habilidad comunicacional, por alguna discapacidad, ni por nada, entendiendo que
todos somos parte de lo mismo y por lo tanto no hay sentido en discriminar y
denigrar al otro por ser quien es. Esto invita a seguir reflexionando acerca de
la identidad, si necesitamos discriminar a alguien más para sentirnos seguros
de quienes somos ¿qué clase de identidad tenemos? Es importante e interesante
poder ver al otro desde su diferencia para identificarnos con nuestras
particularidades, que se distinguen del otro, pero no como una forma de marcar
peyorativamente esas diferencias, sino más bien como un mecanismo de afirmación
de la identidad. El otro que es diferente, también define lo que soy, en el
sentido de que a partir de esa diferencia también me construyo.
Dentro de la diversidad también podemos
entender a la discapacidad, como la enuncia Liliana Pantano (2020): la
diversidad de la diversidad. Este término hace referencia a la unicidad de las
personas con alguna discapacidad, como todos ellos también son únicos, lo que
la autora rescata es que es el entorno lo que condiciona y hace difícil (o no)
la adaptación. Por esto es importante ser conscientes de las diferentes
necesidades que cada persona tiene, para facilitar la convivencia. Como también
enriquecerse del contacto con esas personas, ya que desde la diferencia, como
mencionábamos antes puede nacer algo que potencie a ambas partes.
Todas estas cuestiones son culturales, por
lo tanto la educación también tiene
repercusión en la construcción de todos estos aspectos. Desde las escuelas
podemos indagar y trascender ciertos conceptos que definen y limitan nuestra
identidad. Desde la ESI se contempla la sexualidad, el género, la diversidad y
derechos. Lo anteriormente nombrado hace eco en la identidad de cada uno. Como describe Romina Lusso en “ESI como
política pública de Santa Fe” (2019) los ejes de la ESI ayudan a focalizar en
los temas que son necesarios abordar, tales como: cuidar el cuerpo, valorar la
afectividad, la equidad de género, respetar la diversidad y ejercer los
derechos. Cada eje aporta a eso que somos, a eso que estamos construyendo, para
poder entenderlo de manera amplia.
Eleonor Faur (2006) en “Educación en
sexualidad” menciona a la escuela como espacio sistemático de enseñanza tiene
que habilitar espacios en los que se aborden las temáticas mencionadas, porque
¿qué somos sin nuestros derechos? Los derechos nos reconocen como sujetos
afines a ciertas cualidades, esas cualidades de alguna manera nos definen, nos
determinan dentro de nuestra sociedad. Lo que habilitan es poder decidir sobre
nosotros mismos: ¿qué somos sin la posibilidad de elegir? sin esto, sin tener a
nuestra mano los conocimientos necesarios tan solo repetimos y repartimos
formas de ser (hacia los otros y hacia nosotros mismos) que no tienen que ver
con lo que realmente somos.
En cuanto a la diversidad sexual, que ya
anteriormente menciono, al tratarla en el ámbito educativo habilita la
posibilidad de encontrarnos con lo singular, las historias y trayectorias
particulares. Esto corresponde a los lineamientos curriculares de ESI. Con esta
marca podemos valorar positivamente la multiplicidad y construir de una manera
más sana nuestra identidad e indagar qué nos hace ser quienes somos. Es
importante poder combatir la discriminación por orientación sexual o identidad
de género, esto involucra a toda la ciudadanía, como bien se menciona en los
documentos acerca de los ejes de la ESI.
Otra cuestión a tener en cuenta es la
interculturalidad, que a su vez hace parte de quienes somos, a qué cultura
pertenecemos. Como menciona Dialnet (2006) la cultura es la totalidad de
aspectos espirituales, intelectuales, materiales y emocionales de una sociedad
o grupo, entonces claramente contribuye a la imagen que podemos formar de
nosotros mismos. Al igual que para las otras diversidades, debe existir respeto
e integración de las diferentes sociedades. La identidad sigue siendo parte de
una marca que define o no, desde lo cultural quiénes somos, qué sentimos,
cuáles son nuestros deseos o expectativas de vida.
Todo lo mencionado puede ir en dirección
de la formación de una identidad, pero ¿estos aspectos son los que realmente
nos definen? ¿Nos define nuestra orientación sexual? ¿nos define una
discapacidad? ¿nos define el lenguaje? ¿nos define la educación? ¿qué es lo que
nos define? Es para seguir pensando.
BIBLIOGRAFÍA:
·
INESI (2019)
Educando en sexualidades, derechos y diversidad. Buenos Aires.
·
Instituto de
Investigaciones en Educación. (2006) Reflexiones
sobre la interculturalidad. Universidad Veracruzana. Xalapa, Veracruz.
·
FAUR ELEONOR
(2006) Educando en sexualidad. Dossier.
·
MAC DOUGALL
Celeste (2019) Educando en sexualidades,
derechos y diversidad. Inesi. Buenos Aires.
·
PANTANO Liliana
(2020) Discapacidad: la diversidad de la
diversidad. Revista Contacto N°17
·
VARELA Nuria V
(2008) Feminismo para principiantes.
Ediciones B,S.A. Barcelona.

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